17 oct 2010

Ko'ox "tuitear" ich #mayathan

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Esta es una invitación a todos los mayeros y mayeras (y también los que no lo sean pero que estén interesados en nuestra lengua) que tengan una cuenta en Twitter para usar esta red social como una nueva forma de promover el uso y conocimiento de “la maya” en internet.

    Aunque la lengua maya es uno de los idiomas indígenas más hablados en el país (casi un millón de personas en la Península de Yucatán y más allá hablan maya o algunos de sus dialectos como el lacandón o el itzá de Guatemala), cada vez menos niños y jóvenes la hablan. Esto quiere decir que, con el paso de los años, podría llegar el día en que “la maya” sea considerada una lengua en peligro.
 
    Quizás una de las razones por las cuáles los niños y jóvenes han dejado de hablar en maya (por lo menos en Yucatán) sea debido a la escasa presencia que esta lengua tiene en el devenir de la creciente urbanización regional y, sobre todo, en los medios masivos de comunicación. Pareciera que “la maya” es algo siempre asociado con el pasado, con lo antiguo, o (aún más lastimosamente) con la pobreza y la marginación. En el entender de muchas y muchos yucatecos, hablar maya puede resultar a veces “romántico”, culturalmente “valioso”, o hasta digno de “respeto”, pero no deja de ser visto como excentricidad curiosa, o como algo condenado a desaparecer. No es de extrañar por tanto que los cientos de estudiantes universitarios que cada año viajan del interior del Estado a la capital, Mérida-Ti Jo’, se resistan a hablar e incluso nieguen conocer la lengua de sus padres y sus abuelos.

    En lugar de solamente quejarnos de que los gobiernos no hacen nada para evitar esta situación, deberíamos de tomar en nuestras manos las nuevas herramientas tecnológicas para recuperar el espacio perdido por nuestra lengua en la vida pública de Yucatán. Todavía a mediados del siglo anterior, hacia 1950, más de la mitad de la población de Mérida hablaba “la maya”. Hoy podemos (con el Twitter y otras herramientas tecnológicas y medios sociales) promover la lengua maya de una manera dinámica y constante.

    Un primer paso para lograrlo es el que les propongo a continuación: 

1. Si ya tienen una cuenta de Twitter, recuerden que los mensajes que publiquen tienen que tener menos de 140 caracteres (lo cual incluye el espacio entre las palabras)

2. Pueden usar cualquier forma de escribir en maya. Hay varios tipos de alfabetos que se han utilizado y se siguen utilizando hasta la fecha, como el alfabeto colonial, el alfabeto Cordemex, o el alfabeto acordado en 1984. Como no se trata de obligar a nadie a usar sólo una forma de escribir la maya, ustedes usen el alfabeto que prefieran

3. Algo que es muy importante es que cada vez que publiquen algo en maya usen una “etiqueta” (tag, en inglés) para identificar el mensaje como parte de una campaña o tema específico (trend, en inglés). Esto sirve para que todos los mensajes puedan ser encontrados e incluso compilados en una misma búsqueda o rastreo de lo que se publica en Twitter.

4. Mi propuesta es que usemos siempre la etiqueta, o tag, #MayaThan. Esta es la forma colonial de maaya t’aan, lengua maya, de acuerdo con el alfabeto de 1984. La razón para usar esta etiqueta es que es la forma más corta de escribir el nombre de nuestro idioma y, como decía al principio, en Twitter el número de caracteres es importante. También se podría usar la etiqueta #MaayaT’aan, si así lo prefieren o simplemente #Maaya (aunque al parecer esta última etiqueta la usan los tuiteros japoneses para otra cosa). Alternativamente, también se podría usar la etiqueta #IchMaaya, "en maya"

5. Una vez que hayan comenzado a “tuitear” en maya, ustedes mismos pueden ver quién más lo está haciendo, si van a la página de búsquedas de Twitter (http://search.twitter.com) y ponen la etiqueta #mayathan

6. Si logramos que suficientes personas comiencen a “tuitear” en maya, incluso hasta podríamos juntar todos los “tuits” en una sóla página usando el servicio Paper.li como en el The #indigenous Daily, “El Diario #indigena”
    A continuación presento algunos ejemplos de cómo se puede "tuitear" en maya:

Ejemplo 1 
Podemos "tuitear" sobre el vocabulario maya y lo que significan las palabras o conceptos que usamos en nuestro idioma. Por ejemplo:

Ejemplo 2
También podemos expresar nuestros pensamientos en maya (como hacen ya miles de tuiteros en el mundo en sus propios idiomas). Sin embargo, y para que más gente (además de mayeros y mayeras) se interesen en lo que decimos, recomiendo que inmediatamente después del "tuit" en maya, pongamos la traducción al español, como en los siguientes dos ejemplos:
 
Lo importante es que sus "tuiteos" lleven siempre la etiqueta #mayathan.

    Como verán, se pueden hacer muchas cosas con las nuevas herramientas (tumben nu'ukulo'ob) y medios sociales que están disponibles de manera gratuita en el internet. Ojalá, quienes lean esta propuesta, si les gusta se animen a participar y también a proponer otras formas de promover la lengua maya, un idioma con una historia milenaria y un futuro infinito.

13 oct 2010

Campesinos mayas agradecen las primeras cosechas de maíz


Mayan Peasants Give Thanks For The First Crops Of Maize

ENGLISH SUMMARY: This report by Mayan agronomist, journalist and cultural promoter Bernardo Caamal Itzá describes a Mayan ceremony that took place on October the 12th, 2010, to celebrate the vitality of Mayan cosmology and culture.
    Peasants from Peto and Tahdziú got together with j-meen (Mayan priest, or shaman) Fernando Caamal, from Chan Calotmul, to perform the ritual offering known as jo’oche’. This consists on the presentation of the first fruits of the milpa, or cornfield, to the supernatural beings known as yuum cháako’ob, the lords of rain.
    Bernardo reports that attendants showed a deep respect towards these deities and to maize, and that they took this event as an opportunity to share their tsikbal, that he translates as “thoughts, reflection”. He says that they were reminded of old prophesies; and they also evaluated their work in the cornfield, and talked about the origins of their culture.
    The j-meen Fernando Caamal explained that the jo’oche’ completes a series of ceremonies performed to thank the yuum cháako’ob for the favourable rains had during the year. The lords of rain are expected, on the other hand, to present these virgin fruits of the Mayan work (the new ears of corn) to Junab K’uj, the highest god.
    Shortly after the ceremony a forum called Bix aniko’on ti’ báaxo’ob k-jaantik (What is the situation of our crops) took place where participants had a chance to talk about their corn seeds and their life in the countryside. Participants in this forum said that, in the past 40 years, they have witnessed the loss of at least two types of corn seed: the wo’ naal and the xto’ol i’ij. The wo’ naal makes passing reference to the big toad wo’, a character that features in the rain petition ceremony, ch’a’a cháak.
     Confronted with an erratic rain season, the participants recommended that in order to prevent the loss of crops corn producers need to rely more on seeds of the quick-growing variety (xmejen naal) instead of the slow-growing variety (xnuuk naal). The rationale behind this is to be more able to cope with the unpredictability of the rain season. They pointed out, as well, that peasants should not expect to benefit from the rain that hurricanes bring to the region since these are thought to carry with them the salt of the oceans. The capacity of Mayan peasant knowledge to make sense of a constantly changing world was made clear by these reflections. Bernardo closes his report expressing that this millenary people have still got answers to confront climate change, and that these are rooted in their own strategy of development, which he calls kuxtal: “life, lifestyle; way of being in the world”.

Después de una ceremonia, es importante que los participantes se les haga, una limpia para evitar las malas energías

 CAMPESINOS MAYAS AGRADECEN LAS PRIMERAS COSECHAS DE MAIZ

* Con la ceremonia maya del Jo’oche’ todos le hicieron reverencia hacia el maíz.
* Los campesinos, al hacer recuento de sus semillas, señalan de que han perdido algunas de sus semillas de maíz y que están por perder otras, debido al cambio climático.
* Los jóvenes deben conocer su ancestral cultura para desarrollar sus capacidades locales, que implica el uso de sus recursos naturales y adecuar su tecnología.
* Los mayas recuerdan sus antiguas profecías y su relación con la situación actual.

Peto, Yucatán, México, 13 de octubre del 2010.

Con el objetivo de recuperar y fortalecer la cosmovisión de la cultura maya, campesinos del municipio de Peto y Tahdziú realizaron este martes 12 de octubre la ofrenda sagrada de las primeras cosechas de maíz, denominada Jo’oche’, ritual-ceremonial que fue presidido por el J-meen o sacerdote maya, Fernando Caamal, de la comunidad de Chan Calotmul.

    Durante toda la ceremonia ancestral, los participantes mostraron un profundo respeto hacia sus dioses y al maíz; así como aprovecharon para intercambiar su tsikba’al –sus reflexiones-, para recordar sus antiguas profecías, evaluar su actividad como milperos y el origen de su cultura.

    Amadeo Cool May, representante de los silvicultores de la Unidad de Manejo Forestal (UMAFOR) No. 3102 - en ella se encuentran integrados 12 municipios de la región sur del estado de Yucatán-, informó que este es el segundo año consecutivo en la que se realiza esta actividad con el propósito de compartir los valores de la cosmovisión maya que se conserva aún después de 500 años de invasión y neocolonialismo.

Sacerdote maya, hizo referencia sobre la importancia del antiguo conocimiento maya y la necesidad de que los jóvenes mayas lo conozcan
    Fernando Caamal, como guía espiritual maya en esta región, dio a conocer que esta ceremonia del jo’oche’ es el complemento de una serie de ceremonias que se realizan durante todo el calendario agrícola para agradecer el trabajo de los Yu’um cháako’ob o señores de la lluvia para que a su vez presenten a Junab K’uj – Máximo Dios –, el producto virgen de su trabajo – maíz nuevo –.

    Después de la ceremonia se implementó el foro Bi’ix aniko’on ti’ baxo’ob k-ja’antik (como nos encontramos en nuestros cultivos) entre los campesinos participantes quienes hablaron sobre la situación de sus semillas de maíz y de su vida en el campo.

    Recordaron que la contaminación ambiental en muchas ocasiones es producto de los químicos usados durante los conflictos o guerras entre las naciones. Al referirse al cambio del clima, destacaron que se empezó a manifestar desde hace más de 50 años con la llegada a la península de Yucatán de los huracanes Hilda y Janet (1955).

Campesinos mayas reflexionan sobre sus semillas
     También dijeron que en los últimos 40 años se han perdido por lo menos en la región, 2 importantes variedades de maíz criollo: el huo’ naal –que seguramente tiene mucha relación con el sapo huo’ que interviene durante el ch’a cháak – y el xto’ol i’ij –que resalta el tipo de olote delgado y los granos de maíz –, provocado por el paulatino abandono de la actividad milpera tradicional.

    Señalaron que una alternativa para evitar la pérdida de la producción y la obtención de los alimentos debido al clima, es imperante adecuarnos a los cambios como la siembra de variedades criollas de maíz de ciclo corto – xmejen naal – y aunque es de interés cultivar también los maíces de ciclo largo – xnuk naal –, eso dependerá de las observaciones que se tenga en la región, porque ahora ante el desorden que hay en el temporal lluvioso, es de interés aprovechar el temporal lluvioso aunque sean muy cortos, porque ahora si no llueve de forma excesiva, hace frio o se presenta la sequía, al final todos afectan a los maíces de ciclo largo.

    Los productores dijeron que en esta ocasión, los campesinos que realizaron sus siembras a principios de la temporada de lluvias ya lograron sus cosechas, pero aquellos que se atrasaron en sus siembras o que utilizaron semillas de ciclo largo están por perder su producción debido a que se adelantó el frío y se suspendieron la lluvias de forma repentina.

    Durante las reflexiones, señalaron que de acuerdo a la información dada por sus abuelos, es que de antes el temporal lluvioso no es producto de los ciclones tal como se presentan hoy en día, porque saben que los meteoros se llevan consigo siempre la sal, por tanto eso afectan la producción de sus cultivos que tienen en sus milpas.

    Casi al finalizar el evento, durante las conclusiones, los participantes señalaron la importancia de dar a conocer estas reflexiones a los jóvenes, y a quienes no conocen la cosmovisión maya, todo esto con la finalidad de entender la importancia de este pueblo milenario, conocedor de su entorno y de sus recursos naturales, y que hoy ante el cambio climático, aún tienen algunas respuestas para afrontarlo y todo esto forma parte de su estrategia de desarrollo – ku’uxtal –.

3 jul 2010

Del "Paseo" monocultural a la ciudad intercultural


En mis anteriores artículos he expuesto la manera en que la erección del monumento a los Montejo en el llamado “remate” de la avenida o Paseo que lleva su nombre perpetúa de manera simbólica la discriminación hacia los mayas de Yucatán, y además consagra una versión histórica distorsionada y monoculturalista acerca de la “fundación” de Mérida, la de Yucatán.


Mercado Jo'-Mérida (CC) Hotel MedioMundo via Flickr.
Hasta aquí he usado el término “monoculturalismo” adaptándolo e interpretándolo en relación con esta situación específica pero sus alcances van más allá de la representación de “héroes”, o la rendición de “homenajes”, como se puede apreciar en esta definición de Rodolfo Stavenhagen. En ella, se aprecia que el monoculturalismo tiene mucho que ver con la dominación colonial, como he venido exponiendo, hasta ahora. A veces, sin embargo, y en respuesta a la forma grosera, burda e insultante como se nos impone este monoculturalismo colonialista se tiende a dar respuesta a éste con una postura que podría ser interpretada también como monoculturalista.
Creo que así fue como los gobiernos pos-revolucionarios y anti-“casta divina” de los años 30’s reaccionaron en su momento cuando decidieron cambiar el nombre al Paseo y llamarlo “Nachi Cocom”. El monoculturalismo hispanista nos cuenta que se trató de una imposición del monoculturalismo indigenista, imposición a la que “la auténtica ciudadanía meridana” reaccionó de manera clandestina y violenta, un hecho que sin empacho festeja el cronista Peón Ancona. Su crítica a esta imposición no le ha impedido, a su manera y en sus tiempos, promover también la imposición de una versión parcial y selectiva de la historia peninsular que pretende homenajear a los Montejo como los únicos e indiscutibles “fundadores” de Mérida.

Aquí hay que abundar en otras tergiversaciones que torpemente enarbola el cronista Peón para justificar esta imposición. Nos dice, por una parte, que se trata de pagar la deuda histórica que se tenía con los hacendados henequeneros que patrocinaron la construcción del Paseo, y que siempre quisieron ver construido el monumento a los Montejo. Se trata de “cumplir” una promesa de más de 100 años que hiciera el gobernador de la dictadura porfirista Guillermo Palomino. Este anacronismo reta cualquier esfuerzo de lógica política e histórica. Es como si las promesas hechas por los subalternos de los dictadores Franco, Batista, Somoza, Stalin, Ceaucescu, y tantos otros que han sido desplazados del poder por movimientos revolucionarios y democráticos, tuvieran súbitamente que cumplirse al pie de la letra.


Y si se tenía una “deuda histórica” que pagar a los hacendados que financiaron económicamente el Paseo, ¿qué hay de la deuda a los peones y sirvientes semi-esclavos de las haciendas, que fueron los que produjeron la riqueza con la que se pagó el Paseo? Recientemente, descendientes de esclavos en EE.UU. han demandado a las compañías cuyos recursos provienen de la venta y explotación de sus antepasados en el siglo XIX. Si la “deuda histórica” con los hacendados puede “cobrarse” con un monumento, ¿cómo la cobraremos los descendientes de los peones de las haciendas?
Otra de las justificaciones ilógicas (y por falsa, mal intencionada) que nos quiere vender el cronista es que “las naciones cultas y maduras” han erigido estatuas a sus conquistadores. Y cita los ejemplos de España, Francia, Inglaterra y Alemania. (El ejemplo que expone acerca de Alejandría, en Egipto, es no sólo anacrónico sino irrelevante para su propio argumento ya que esta ciudad ha sido conquistada innumerables veces después de Alejandro Magno, por los romanos, los persas, los franceses, y finalmente por los árabes que ahora la llaman Iskandariyya). Acerca de Alemania, no puedo aportar ningún dato. No conozco ningún monumento en Londres que conmemore o rinda homenaje a Septimio Severo, el "conquistador" de Britannia; la única estatua romana de un emperador que haya visto es la de Trajano que está cerca de la llamada “muralla de Londres” a ras del suelo y escondida en uno de los más recónditos pasajes de la estación del metro Tower Hill. París debe su nombre, no a los “conquistadores” romanos, sino a la tribu “indígena” gala de los Parisii. No conozco ninguna estatua dedicada a los conquistadores romanos de Francia en París, más que las que están en el museo de Louvre. Y por lo que respecta a España y los llamados "moros", estoy aún a la espera de que alguien me diga en dónde se localizan las estatuas dedicadas a Musa ibn Nusair, Táriq ibn Ziyad y Abd al-Aziz ibn Musa, las figuras más destacadas de la “invasión” y colonización musulmana de España. Esta justificación mentirosa de Peón es además insultante, ya que implica que si los mexicanos no erigimos monumentos a nuestros "conquistadores", esto quiere decir que no somos “cultos” ni “maduros”.
Otra de las endebles justificaciones para la erección de las estatuas montejanas es que era una contradicción que el Paseo careciera de un “debido homenaje” a quienes “le han dado nombre”. Bajo esa lógica también debiéramos erigir un monumento a Fidel Velázquez en la avenida que lleva su nombre. Sin embargo, y como reacción a las críticas que se han hecho, ahora los promotores de las estatuas nos dicen (como si se tratara de un juego de niños): “yo ya puse mi estatua, ahora pon tú la tuya”. Esto nos regresa al viejo juego de vencidas: a ver quién puede más, Montejo o Nachi Cocom.
Aquí se muestra, una vez más, la falta de “madurez histórica” del monoculturalismo hispanista que estriba en no saber (o más bien en no querer) reconocer la compleja, rica sí, pero a la vez dolorosa y festiva, explosiva y negociadora, conflictiva y adaptativa historia de nuestra región. Una historia que se revela al analizarla sin tener los lentes monoculturalistas puestos.

El riesgo, me parece, es responder al monoculturalismo hispanista con otro monoculturalismo indigenista, y dejar pasar así la oportunidad de replantear, de verdad revolucionar, nuestra manera de entender nuestra rica historia e identidad como yucatecos y yucatecas. La historia de Mérida-Tihó nos muestra que a pesar de ser imaginada como bastión del poder colonial europeo, desde muy temprano fue también una ciudad indígena y con el tiempo albergaría a una gran diversidad de grupos culturales. No sólo “los mayas” se volvieron habitantes de la “ciudad blanca” sino también otros indígenas del centro de México y los esclavos traídos de África. Con el tiempo, Mérida-Tihó (y el estado de Yucatán en su conjunto) se ha convertido en hogar y refugio de infinidad de comunidades y grupos culturales quienes han impactado y definido la vida política, artística y cultural de la región. Ahí están, por ejemplo, los yaquis, los coreanos, los chinos, los catalanes, los cubanos, los libaneses, y más recientemente, los llamados “huaches” y los estadounidenses.
Por lo tanto, mi propuesta es alejarnos de las narrativas monoculturalistas y avanzar juntos hacia una visión de Mérida-Tihó como ciudad intercultural. Esto no significa dejar de reconocer y denunciar que la contribución, la cultura, la lengua y los derechos políticos y sociales de los mayas en la capital (y en todo el Estado de Yucatán) siguen siendo sistemáticamente negados, invisibilizados, y conculcados en los albores del siglo XXI, como ya lo ha documentado el equipo Indignación.
En efecto, si bien es cierto que Mérida-Tihó es un espacio urbano multicultural, también lo es que cerca del 42.8% de su población era lingüística y culturalmente maya en 2000, de acuerdo con estimaciones de CONAPO. Esta presencia maya es, sin embargo, ignorada en el frenético transcurrir de la vida económica, política y cultural de la ciudad, como reconocía en 2005 el Dr. Luis Ramírez Carrillo al afirmar:
“Somos pues, una sociedad y una ciudad bicultural y bilingüe, aunque vivimos como si fuéramos una sola cultura. Y ocultamos las raíces mayas o las disfrazamos para el turismo, así como los problemas sociales de los mayas urbanos.”
Aquí insistiré, una vez más, en que esto se debe a la forma en que hemos leído y decidido representar la historia de Mérida-Tihó. Por lo tanto, (a pesar de no ser yo mismo aj Jo’, o “meridano”) me atrevo a sugerir que tomemos lo del monumento monoculturalista montejano como una oportunidad para:
a)      Iniciar una campaña de difusión, discusión y análisis de la historia de la ciudad. Pero de la historia que hacen los historiadores y los arqueólogos, la que se hace de manera científica, acudiendo a las fuentes originales, e incorporando críticamente al relato histórico TODAS las voces de TODOS los protagonistas de la historia.
b)      Que esta campaña sirva como base para iniciar una acción colectiva que demande el cambio del nombre del Paseo, de "Paseo de Montejo" a "Paseo de la Ciudad", o a "Paseo de Mérida-Tihó", o a "Paseo de Todas Las Meridanas y Todos Los Meridanos".
c)       Que el cambio de nombre también implique un rediseño de la monumentalidad del Paseo, que incorpore críticamente la riqueza, diversidad y complejidad de la historia de la ciudad, desde sus inicios en el siglo III a.C., pasando por su esplendor como Ichcaansihó en el siglo VII d.C., su etapa como Tihó en el periodo anterior a la llegada de los españoles, su reorganización como Mérida-Tihó, hasta llegar a la ciudad afrancesada del siglo XIX y la ciudad multicultural de nuestros días.
d)      Que la campaña también integre un componente que documente la discriminación, el racismo y las injusticias a las que son sometidos otros grupos sociales y culturales, como los mayas, los jóvenes urbanos, los homosexuales, los de religiones no cristianas (como los budistas), a quienes se les persigue, estigmatiza y discrimina en Mérida-Tihó.
Yo no soy aj Jo’ (meridano) sino como decía mi abuelo Justino un chan aj Kuuli’ (ticuleño) pero dada la gran influencia que los modos de vida e ideologías de esta provinciana metrópoli tienen sobre el resto de Yucatán, me atrevo a pensar que reconociendo la contribución multi- e intercultural de los distintos grupos que han hecho de Mérida-Tihó la gran ciudad que es, un mensaje muy importante se estaría dando a los otros enclaves de monoculturalismo, discriminación y racismo que existen en el resto del Estado, como Valladolid, Tekax, Tixméhuac, entre otros muchos que conozco personalmente.
Sin nombre (CC) Carl Shutoff via Flickr.
A pesar de identificarme principalmente con mi herencia cultural maya campesina (que es en la que me crié), soy consciente y me siento orgulloso de todas mis “herencias”: amerindia, europea, africana y asiática (las cuáles puedo identificar en los rasgos físicos y las historias de mis abuelos y bisabuelos).
Para concluir me gustaría pensar que hay un consenso básico entre varios de los actores sociales y políticos de la ciudad sobre la necesidad de generar un espacio urbano respetuoso de la diversidad y diferencias culturales de sus habitantes. En un reciente intento de unificar los esfuerzos de los distintos sectores sociales y productivos que conforman Mérida-Tihó, se formó una Fundación denominada Plan Estratégico de Mérida A.C. Dicha asociación generó a mediados de la década un interesantísimo documento denominado “Carta de los Derechos a la Ciudad de Mérida, la de Yucatán”. Uno de los derechos consagrados en este documento firmado, entre otros por el rector de la UADY, el del Tec, el secretario del FTY, la presidenta de la CANACO, el presidente de la CANAIRT, el de la Coparmex, entre muchos otros, es el derecho a la Identidad, que en uno de sus párrafos dice:
“El reconocimiento y promoción de la naturaleza pluricultural de la ciudad significa que, con el propósito de fortalecer la cultura de la diversidad y la tolerancia en el marco de la unidad, la acción de la autoridad y de sus instituciones debe realizarse sin hacer distinciones, ya que el desarrollo de la ciudad debe sustentarse en la pluralidad, entendida como convivencia pacífica, productiva, respetuosa y equitativa de lo diverso.” (énfasis mío)
Ojalá llegue el día en que todos los yucatecos y todas las yucatecas podamos apreciar y nos sintamos apreciados por nuestra contribución a la rica historia y diversidad cultural de la región. Ojalá la discriminación étnica, lingüística y cultural, que justifican la erección de estos monumentos al monoculturalismo sea algún día cosa del pasado.

1 jul 2010

Mitos y monumentos del monoculturalismo en Yucatán (2da. parte)

A la crítica lanzada por un amplio sector de la sociedad yucateca a la erección del monumento a los Montejo, por haber sido quienes (entre otras cosas) iniciaron la práctica de discriminación hacia los indígenas en Yucatán, algunas personas han respondido que lo que justifica este monumento es que se trata de honrar a los Montejo en tanto que “fundadores” de la ciudad de Mérida. La intención, se ha dicho, es sólo rendir tributo a quienes "dieron origen” a este asentamiento, futura capital de Yucatán. Estos “conquistadores”, se afirma, quizás fueron crueles y violentos, pero igual lo fueron “los mayas”. Se llama a reconocer que a pesar de lo violenta que fue la “conquista de los mayas” ésta fue, al mismo tiempo, “una epopeya” en la que "un puñado" de españoles se enfrentaron y “dominaron” a los “mayas hostiles” que se oponían a la creación de “la ciudad”.

Sin embargo, esta versión de la “fundación” de Mérida no es sino otro de los grandes mitos del monoculturalismo yucatanense, el mito de que debemos SOLAMENTE a los europeos la existencia de esta ciudad. Este mito corre paralelo al de que fueron los españoles los que conquistaron México, y que investigadores como el historiador mexicano Federico Naverrete han cuestionado mostrando cómo, en relación al centro y norte de México, fueron mayoritariamente indígenas los que realizaron la conquista.

Imagen tomada de Ligorred (2005).
T'Hó. La Mérida Ancestral.
En el caso de Yucatán, no fueron los Montejo los que dieron origen al asentamiento que luego se conocería como Mérida. Cientos de años antes, en estas mismas lajas, existió Ichcaansihó, la ciudad de los “nacidos de la faz del cielo, o de la serpiente”. Esta ciudad maya formaba un complejo sistema urbano (al que se integraban otros sitios como Xoclán, Dzoyilá, ChenHó, Dzibilchaltún y Kanasín) que competía en dimensiones e importancia con Izamal, Uxmal y Chichén Itzá, de acuerdo con el arqueólogo catalán, avecindado en Mérida, Joseph Ligorred Perramón. Desde hace más de una década el equipo de investigadores que lidera “Pepe Ligorred” en el Ayuntamiento de Mérida (y del que forman parte mis entrañables amigos y compadres Esteban De Vicente Chab y Nereyda Quiñones Loría) ha ido develando con cada vez más precisión las dimensiones y estructura que tenía la antigua Ichcaansihó, a la que ellos llaman la “Mérida ancestral”, y cuya etapa de mayor esplendor pudo haberse registrado en el siglo VIII. Cuando el parte armado de "El Mozo" llegó a estas lajas, la compleja organización social y política que regía sobre la zona, había aparentemente desaparecido (aunque nueva evidencia demuestra que no fue así como veremos más tarde). Sin embargo, de acuerdo a algunas crónicas, aproximadamente 1,000 personas vivían aún entre los edificios en ruinas de lo que alguna vez fue Ichcaansihó. Las primeras crónicas mayas de la época colonial se refieren a este asentamiento como Noh Cah Ti Hoo (el Gran Pueblo, o Ciudad de Tihó).

Tihó (también escrito T’Hó, T-Hó, y en el alfabeto maya moderno Ti Jo’) significa en maya “el lugar de los cinco”. Una de las interpretaciones que se le ha dado al nombre es que éste se refiere a cinco pirámides o templos que aún se mantenían en pie. Pero como veremos más adelante, historiadores contemporáneos con un serio trabajo de archivo y análisis de las fuentes (entre los que se cuentan Sergio Quezada, Matthew Restall y Tsubasa Okoshi) han cuestionado esta interpretación y ofrecido una nueva manera de entender la continuidad cultural e histórica del lugar que se conoce también como Mérida.

Cuando “El Adelantado”, “El Mozo” y sus huestes llegaron a Tihó llevaban ya más de 15 años tratando de “conquistar” la región a la que habían puesto por nombre “Yucatán”. Creyendo que la conquista iba a ser aquí tan rápida como la de Tenochtitlán y el centro de México, “El Adelantado” decidió crear, muy al principio, una “ciudad” que rindiera homenaje a su pueblo natal, Salamanca. Así que, recién desembarcado en 1527 en la costa oriente de la Península, funda Salamanca de Xel-há. Este poblado no duró más de un año debido a la hostilidad de los mayas orientales y las (para los europeos) inadecuadas condiciones de vida que el lugar les ofrecía. Los intentos de “rendir homenaje” a la ciudad natal del “Adelantado” fracasarían una y otra vez en los enclaves de Salamanca de Xaman-há (1528) – hoy Playa del Carmen –, Salamanca de Xicalango (1529), Salamanca de Acalán (1530), y Salamanca de Campeche (1531). Fracasados también fueron los intentos de fundar Villa Real de Chetumal (1531), Ciudad Real de Chichén Itzá (1533), y Dzilam (1534).

¿Cómo fue, entonces, que en su tercer intento por conquistar Yucatán lograron los Montejo finalmente “fundar” la ciudad de Mérida? La respuesta nos la ofrece parcialmente el historiador yucateco Sergio Quezada en su libro “Los pies de la república”. Él nos dice que en 1540, Montejo El Mozo desembarcó en Champotón procedente de Tabasco, y después de “fundar” San Francisco de Campeche:
“Los conquistadores continuaron su avance hacia el norte (...). Allá se enteraron de que Ah Kin Chuy, sacerdote del pueblo de Pebá, predicaba la guerra de exterminio contra los españoles, y estaba formando una coalición con Nachí Cocom, el halach uinic de Sotuta. El sobrino del adelantado, advertido por los mayas aliados, se adelantó al ataque y capturó al sacerdote. Este éxito militar alentó a los mayas amigos para continuar abasteciendo de víveres a los españoles; se sumaron a los que El Adelantado envió a su hijo, e hicieron posible que éste, a mediados de 1541 y con unos 300 soldados, avanzara hasta Tihó, en donde fundó la ciudad de Mérida el 6 de enero de 1542. Allí nombró el primer cabildo y repartió los pueblos en encomienda. (subrayados míos; p. 70)”
La ayuda prestada por ciertos “linajes” mayas a los españoles no es algo recién descubierto. Varios historiadores yucatecos antes de Quezada, ya habían reportado estos acercamientos. Para que no se diga que sólo nos basamos en una versión de la historia peninsular, citamos aquí de nuevo al historiador hispanista Jorge Rubio Mañé. Él nos cuenta que durante todo el año 1541 los Montejo avanzaron penosamente hacia el norte. Y que fueron los Xiu de Maní, a quienes él llama “los tlaxcaltecas de Yucatán” quienes se acercaron a ofrecerle su apoyo a los españoles. Fue así que éstos llegaron a Tihó donde decidieron establecer una vez más un poblado español al que, en lugar de llamar Salamanca, llamaron Mérida, ya que los templos que se conservaban les recordaron los vestigios de la antigua ciudad romana que es hoy capital de Extremadura, en España. Pero la ayuda de los Xiu no se limitó únicamente a facilitarles la llegada a los Montejo. Al respecto nos sigue contando Rubio Mañé:
“Sucedió que el 10 de junio de 1542, cuando aún contaba Mérida cinco meses de edad, fue sitiada por un numeroso ejército, inmenso, compuesto de las tribus más valerosas de la raza maya, los Cupules y Cochuahes del Oriente, comandados por el fiero y altivo cacique de Sotuta, Nachi Cocom. Venían con la intención de acabar con todo ser humano que no fuera de su raza. La lucha fue tremenda. En ambos lados se hizo derroche de heroísmo. Tutul Xiu con su gente de Maní, fiel a los españoles, había venido en auxilio de Montejo y para exterminar a su odiado enemigo, el señor de Sotuta, Nachi Cocom.(…) El resultado de la batalla fue desastroso para los sitiadores. Montejo obtuvo a grandes esfuerzos el triunfo y el hecho consolidó ya finalmente el dominio de los españoles sobre los mayas.” (énfasis agregado; 1943, pp. 11-12)
Como se observa, ambas interpretaciones históricas dejan bien claro no sólo que los mayas permitieron que los Montejo llegaran y se establecieran en Tihó, sino además, que les proveyeron alimentos y apoyo militar para que pudieran sobrevivir en este asentamiento. Es decir, sin los mayas aliados Mérida, la de Yucatán, no existiría.

¿Pero, quienes eran estos mayas aliados? ¿Por qué se habían hecho “amigos” de los españoles? ¿Y qué tan importante fue su papel en la “fundación” de Mérida?

Los Xiu no fueron los únicos “aliados” de los españoles. También lo fueron los Cheles de Dzilam y los Peches de Chicxulub quienes gobernaban amplias zonas de la región centro-norte de Yucatán (ver mapa). Las razones por las cuáles los Xiu, los Cheles y los Peches vieron en los Montejo, aliados confiables y leales, aún se siguen discutiendo (ver trabajos de Clendinnen y Okoshi). Es evidente, que entre los distintos “señoríos” o cuuchcabalob mayas (es decir, las comarcas político-territoriales entre las que se dividía el territorio peninsular) había rencillas y odios políticos añejos. Y que fue esta división, así como las decisiones (equivocadas, pero que demuestran la posición activa de los nativos respecto a la “conquista”) tomadas por estos linajes gobernantes las que hicieron posible la “colonización” de Yucatán, que como la historia de los siglos siguientes demuestra, nunca fue total. Pero lo que es evidente es que, por si solos los españoles nunca hubieran podido establecer su dominio colonial en la Península.

Un último punto a abordar respecto a la “fundación” de Mérida es el que nos propone Matthew Restall en el libro The Maya World: Yucatec culture and society, 1550-1850. Con base en un minucioso y crítico análisis histórico, Restall nos propone que la unidad social y política básica de los distintos “señoríos” mayas del siglo XVI era el cah, o pueblo, que se refiere no a la idea romántica alemana de "nación" sino a la de "poblado, comunidad". Restall trata de demostrar que las unidades políticas mayas más grandes se organizaban en combinaciones de cahob (plur. de cah) antes de la “conquista”… pero también después. Y es respecto a este punto que lo que él llama “Mérida-Tihó” aparece como uno de los mejores ejemplos de continuidad de la estructura social de los mayas.

Restall nos dice que el sitio de Tihó era ocupado por un complejo de cahob independientes aunque asociados y que en el centro se encontraban las ruinas de Ichcaansihó que aún eran usadas como centro ceremonial. Esta información abre la posibilidad de interpretar Tihó como “el lugar de los Cinco Pueblos”. La substitución del centro ceremonial de Ichcaansihó por la traza española que se nombró Mérida, de acuerdo a los datos que reporta Restall, puede verse como una “cierta continuidad semiótica al tiempo que geográfica de la distribución urbana”. Pero lo más importante que señala es lo siguiente:
“Los cinco cahob de Tihó continuaron funcionando como comunidades mayas, desde sus batabob [mal llamados “caciques”] hasta las estructuras de sus plazas centrales, aunque solamente estaban a unos cuantos pasos de la plaza mayor de Mérida y eran consideradas por los españoles como los barrios de su ciudad” (mi comentario entre corchetes, p. 31)
Estos cinco barrios son los que conocemos como Santiago, Santa Ana, La Mejorada, San Cristóbal y San Sebastián. Para finalizar con el análisis de Restall, me permito citar una vez más las conclusiones a las que llega después de examinar más de 200 actas notariales escritas en maya:
“A pesar de la inevitable intrusión del mundo español en los cahob-barrios, es importante subrayar la sobrevivencia de la organización e identidad del cah hasta el final mismo del periodo colonial” (p. 36)
Cualquiera que conozca la lengua maya y que haya platicado en esta lengua con personas provenientes del interior del Estado sabe que, hasta la fecha, éstas se refieren a Mérida como Tihó, o simplemente como Jo’ (en la nueva ortografía maya). El punto aquí es que Mérida es Tihó, Tihó es Mérida, y ambas son una continuidad de Ichcaansihó, lo que hace de esta ciudad el lugar que ha tenido la ocupación humana más larga que se tenga documentada en la historia de la Península de Yucatán. Mérida, la “ciudad blanca” fue, desde el principio, y sigue siendo una “ciudad maya”.


RESUMIENDO, lo que he querido mostrar con esta larga digresión histórica es que en la justificación que se hace para homenajear a los Montejo como “fundadores” de Mérida se está nuevamente ignorando y manipulando la historia. Se invisibiliza así la contribución de otros grupos y personajes a quienes se debe en buena medida el origen, permanencia e identidad de la capital yucateca. Tihó precede y forma parte de Mérida. Esta ciudad simplemente no existiría sin el apoyo brindado por los Xiu, los Peches y los Cheles a los Montejo. La ciudad no hubiera sobrevivido sin los cahob-barrios que le proveían alimento y mano de obra. ¿Y entonces dónde figuran todos estos actores en el proyecto que pretende conmemorar la "fundación" de la ciudad? ¿Por qué no aparecen al lado (en el mismo nivel y en el mismo pedestal) de los Montejo, Tutul Xiu, Ah Nakuk Pech y Namux Chel?

La respuesta descansa en lo que he venido llamando el monoculturalismo hispanista y que predomina en la interpretación oficial de la historia regional. Y éste está fundado, como traté de demostrar en mi artículo anterior, en la discriminación y el racismo con los que los españoles y quienes se consideran sus descendientes han tratado a los mayas, sin importar que éstos fueran sus aliados circunstanciales. Los Xiu no tardaron en comprobar ésto cuando el obispo Diego de Landa decidió escarmentar a aquellos nobles y sacerdotes que seguían practicando y creyendo en la antigua religión.


Invisibilizar la contribución de los mayas a la formación de Mérida-Tihó es también discriminarlos. El monoculturalismo actúa así al querer reconocer y resaltar SOLAMENTE UNA de las múltiples contribuciones históricas y culturales que definen a los meridanos. ¿Cómo hablar de “fundación” cuando se trata más bien de una nueva etapa, dolorosa, rica, conflictiva y creativa, en la historia de la región? Esto sólo se puede hacer ignorando selectivamente la historia previa y el papel activo (y ciertamente contradictorio, pero actuación al fin y al cabo, y no pasividad) de los mayas a fin de resaltar la superioridad de los europeos. De esta forma, el imaginario monoculturalista se vuelve un imaginario racista, del cual abundan ejemplos en la historiografía peninsular. Como dice el historiador Federico Navarrete:
"Esta respuesta significa que el periodo indígena de nuestra historia murió [...], y que desde entonces México es otra cosa —cristiano, occidental, colonizado, mestizo, moderno, democrático, lo que sea, pero ya nunca más indígena. [...] Esta respuesta es, en suma, la justificación última del poder de las élites occidentales y occidentalizantes en nuestro país."
¿Qué respuesta dar ante este hecho? Me parece que hay muchas posibilidades y que la erección arbitraria (sin consulta previa por parte de las autoridades municipales e impuesta como un “compromiso histórico” sin revisar críticamente la historia regional) del monumento a los Montejo nos brinda la oportunidad de transitar desde una interpretación histórica y un Paseo monoculturales a un Paseo y una nueva actitud interculturales. Este será el título y el tema de mi siguiente artículo.

28 jun 2010

Mitos y monumentos del monoculturalismo en Yucatán (1ra. parte)

La reciente erección del monumento a Los Montejo (los conocidos en la historia de la Conquista como “El Adelantado” y “El Mozo) ha abierto de nuevo la discusión acerca del legado histórico y cultural que la irrupción de los europeos en el siglo XVI ha tenido en la configuración de la sociedad yucateca del siglo XXI. Debido a la larga e irresuelta historia de explotación y marginación de las sociedades indígenas que la colonización trajo consigo, nosotros, los mayas del siglo XXI no podemos dejar de señalar nuestra incomodidad, por decir lo menos, y nuestro enojo, por decir lo más, ante la forma en que con el “cumplimiento” de este “compromiso histórico” para con los Montejo se siguen reproduciendo los mitos monoculturales sobre los que se basa en gran medida la discriminación que todavía padecemos en nuestras personas, comunidades, lengua y cultura.
Aunque son varios los mitos que continúan prevaleciendo alrededor de la conquista y colonización de México y Yucatán, en este artículo (y otro que publicaré después) únicamente me referiré a dos de ellos: el mito de que homenajear a los “conquistadores” es un acto neutro que simplemente reconoce un hecho histórico lejano que nada tiene que ver con la situación contemporánea, y el mito de que solamente los europeos participaron en la “fundación” de las ciudades del “Nuevo Mundo”.
Respecto al primer mito, el monumento a los Montejo rinde tributo a dos personas que, en el siglo XVI, encabezaron a un numeroso grupo de forajidos y aventureros en su empresa de “pacificación” de América; y quienes a su llegada impusieron una forma de sociedad en la que la posición que ocupaban los grupos y las personas en ella estaba basada en la pureza de “sangre” (europea, se entiende) que corriera por sus venas (ya que en ese tiempo el concepto “raza” no había alcanzado el auge que tuvo en el siglo XIX como fundamento para la discriminación). Las categorías creadas dentro de este sistema se conocen como “castas”, y en la cumbre de la pirámide social estaban los españoles "puros", muchos de ellos descendientes directos de los conquistadores. La idea de las “castas” y de la pureza de “sangre” eran las bases ideológicas que justificaban la explotación, el maltrato y el abuso al que los nativos de América fueron sujetos durante el periodo colonial.
Para que no quede duda de que la violencia fue la forma en que los Montejo llevaron a cabo esta tarea “civilizadora” en Yucatán, éstos consagraron en piedra el principio de la superioridad europea en el pórtico de la que se conoce como “Casa de Montejo” (ver foto, cortesía de Wikimedia Commons). La imagen, que habla más que mil palabras, refleja la brutalidad con la que los “conquistadores” concibieron su tarea en Yucatán: la imagen desproporcionada del soldado español (presuntamente alguno de los Montejo) se yergue dominante y amenazadora sobre las diminutas cabezas sin cuerpo de los nativos sojuzgados, quienes gesticulan presuntamente de dolor (que no de alegría) al recibir la “preciada herencia cultural de sangre (sic), lengua y religión” que los “conquistadores” candorosamente les traían.
Esta imagen no fue sólo apropiada por los “conquistadores” españoles  de aquél siglo, sino que su “encanto” ha cautivado a yucatecos de pensamiento hispanista y elitista hasta bien entrado el siglo XX. Los yucatecos hispanistas, los “sin complejos”, los que nos imponen con su monumento una versión unilateral y monocultural de la historia regional están representados aquí por el difunto historiador yucateco Jorge Rubio Mañé que sin tapujos describía este brutal frontispicio en los siguientes términos:
“Un hermoso pórtico con figuras alegóricas a la epopeya de la conquista se yergue majestuoso a la vera del clásico zaguán que diera entrada al solar de los fundadores de la ciudad. Allí está desdeñando el tránsito de las centurias y los tráfagos modernos. Allí está señalando la cuna de la sociedad yucateca.” Los Primeros Vecinos de la Ciudad de Mérida de Yucatán, 1943, pp. 25.

La palabra clave aquí es, desde luego, “desdeñando”.
La Mérida de los Montejo fue concebida como centro y símbolo de dominación colonial de los pueblos mayas. De ahí es que aparentemente se deriva su más famoso apelativo: “ciudad blanca”, de acuerdo con el investigador francés, avecindado en Yucatán, Michel Antochiw, en la obra “Yucatán en el tiempo”. “Ciudad blanca” hace referencia al deseo de los primeros “avecindados” de que Mérida fuera una ciudad exclusiva de “los blancos”, un bastión inexpugnable para protegerse de “los indios”, aspiración que tuvieron que abandonar con el tiempo ya que –como expondremos en el siguiente artículo – la existencia de Mérida sería imposible sin los mayas y otros grupos culturales.
Vistas las cosas desde este par de datos históricos (y guardadas las debidas proporciones), pedirles a los descendientes de los pueblos que fueron sujetos a esta violencia y exclusión que no seamos “acomplejados” o, – como paternalistamente lo ha sugerido el cronista Peón Ancona–  que abandonemos nuestro “complejo de malixes” (corrientes, "sin casta"), equivale a pedirles a los afroamericanos que olviden la violenta historia que hizo esclavos a sus antepasados, o pedirles a los judíos que ignoren el papel de los ideólogos nazis en relación con el Holocausto que sufrieron durante la Segunda Guerra Mundial.
Desde luego, el cronista Peón Ancona no se considera una persona "acomplejada" ya que claramente su campaña personal por la erección de este monumento se entiende más que nada como un “auto-homenaje” familiar, especialmente cuando transluce el hecho de que él mismo – por virtud de uno de sus apellidos – se considera descendiente directo de estos “conquistadores”.
Esta “celebración” parcial, personal y acrítica de la historia regional sería un simple chascarrillo si no fuera porque las bases ideológicas y culturales de la exclusión y subordinación de los pueblos indígenas que sentaron los “fundadores” de Mérida ha definido y continúa definiendo la forma en que se desarrollan las relaciones entre los distintos grupos sociales que habitan hoy el Estado y la Península.
En los cinco siglos que han seguido a la llegada de los europeos, baste mencionar como datos históricos, la explotación a la que fueron sujetos los pueblos y, particularmente, las mujeres mayas durante la Colonia (el historiador yucateco Sergio Quezada, por ejemplo, reporta que las tejedoras de mantas de algodón –que formaba parte del tributo que los pueblos mayas debían entregar a la administración colonial literalmente morían sobre sus telares extenuadas por el cansancio), la usurpación de las tierras comunes de los mayas orientales que –aunada a muchos otros factores desencadenó la violentísima y tristemente célebre “Guerra de Castas” en el siglo XIX, y por último la semi-esclavitud a la que fueron sujetos miles de trabajadores mayas en las haciendas henequeneras a finales del siglo XIX y principios del XX (y que en muchas comunidades mayas aún se recuerda como “u k’iinil esclavitud” –el tiempo de la esclavitud).
La continuidad histórica de esta relación desigual y violenta entre los que se han visto y siguen viéndose como descendientes de los “españoles” y los “mayas” (a pesar del supuestamente hegemónico discurso del “mestizaje”) desmiente la “ingenua” proposición de que "los hechos de la conquista" son cosa del pasado y que quienes insistimos en apuntar a su relación con el presente debemos superar nuestros "complejos histórico-sociales".
La insultante condescendencia de esta afirmación insiste en ubicar la discriminación en el imaginario del discriminado. Desafortunadamente, una exploración crítica del presente nos demuestra que el desprecio y el racismo existen más allá de las mentes de los “colonizados” como demuestran las expresiones de discriminación documentados por Alicia Castellanos (ver en especial la viñeta “Los mayas según las señoras de Mérida” o las siguientes gráficas tomadas de la primera encuesta nacional sobre discriminación publicada por el CONAPRED en 2005.

Grafica 1.
Porcentaje de personas que están de acuerdo con la idea de que los indígenas tendrán siempre una limitación social por sus características raciales: 42.9%

Grafica 2.

En el caso yucateco, la discriminación que sufren los mayahablantes (descendientes culturales, que no "raciales" de los mayas del siglo XVI) permea las instituciones de justicia (como lo ha demostrado fehacientemente el equipo Indignación en el caso de don Ricardo Ucán Seca), las instituciones educativas, y las relaciones entre personas que tienen apellidos mayas y las que no, entre otros muchos ejemplos.
Como dice mi paisano ticuleño Ermilo López Balam, el caso de la erección del monumento a los Montejo muestra claramente como, para un reducido grupo de meridanos que observa la historia regional con lentes monoculturalistas y elitistas, “Yucatán sólo es Mérida, el Municipio es sólo la Capital”. Es decir, que se imaginan a Mérida como un lugar sin presencia maya, a pesar de que la mayoría de los habitantes de sus comisarías son mayahablantes.
Pero, como expondré en el siguiente artículo, la historia de Mérida es mucho más diversa y rica que “el legado” que presuntamente nos dejaron los Montejo, y es en la falta de reconocimiento a los demás protagonistas de la historia donde se manifiesta más claramente el sordo y ciego monoculturalismo que prevalece en los círculos de pensamiento hispanista y elitista de Mérida, la de Yucatán. (Continuará)